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Las expectativas que nos creamos cuando tenemos un hijo suelen ser normalmente altas, incluso esas expectativas con la que fantaseamos se inician antes de la concepción, pensamos muchas veces: será un bebe bueno, dulce, sano en todos los aspectos….. Mediante va creciendo el pequeño nuestras expectativas van creciendo con él: andará y hablará rápidamente, estableceremos un diálogo inteligente y nos comprenderá cuando le hablemos como un adulto. Durante todo este <<proceso especulativo fantasioso de altas expectativas>> nos hemos perdido gran parte de lo que “es en realidad nuestro hijo”. Estas expectativas se incrementan cuando el niño entra en el mundo escolar, ya que sea con una rivalidad interpaternal (entre padres-madres) la cual se traslada a los niños de manera feroz, ya sea por la exagerada preocupación de los padres-madres a apuntar a sus hijos a todas las extraescolares posibles, y cuanto más presuntuosas sean mucho mejor, etc……

Entrar  en el mundo escolar, es entrar en un lugar donde todo es cortado por un mismo patrón, el cual todo debe estar construido en serie, y ese patrón es el currículum escolar. Objetivos curriculares marcados desde el organismo pertinente, que no es nada más y nada menos que el que ve a nuestros hijos como “simples adquisidores” de sus objetivos. Nada importante hay si dentro de estos “adquisidores de conocimientos” se encuentran algunos que salen dentro de la normalidad marcada e impuesta por este organismo, ya que sea hacia un extremo como hacia el otro extremo, observando la Campana de Gauss que es la que marca la normalidad.

A parte de trabajar con pacientes de una edad comprendida como la escolar (6-18), también soy madre de tres hijas de diferentes edades, y he vivido de manera personal lo que supone tener hijos dentro de este mundo, donde cada una de ellas se ha “enfrentado” al aprendizaje con características personales diferentes, por lo que ya tengo algo de experiencia, ya sea profesionalmente como personalmente, como el sistema educativo enseña a aprender.

El “nuevo paradigma” “”aprender a aprender””” parece ser LA NUEVA PANACEA de nuestro sistema educativo, el cual  apunta: “Aprender a aprender supone disponer de habilidades para iniciarse en el aprendizaje y ser capaz de continuar aprendiendo de manera cada vez más eficaz y autónoma de acuerdo a los propios objetivos y necesidades”. Esto significa que se ha de ser consciente de lo que se sabe y de lo que es necesario aprender, de cómo se aprende y de cómo se gestionan y se controlan de forma eficaz los procesos de aprendizaje, optimizándolos y orientándolos para satisfacer objetivos, y en este caso estos son los escolares. En todo este proceso se requiere de conocer cuáles son tanto las propias potencialidades como las propias carencias, sacando provecho posible de las primeras y voluntad para superar las segundas desde una expectativa de éxito, aumentando progresivamente la seguridad para afrontar nuevos retos de aprendizaje. Importancia también se le ha de dar a la motivación, intrínseca por su supuesto, la cual no es la fomentada desde nuestro sistema educativo, porque sino no existirían las notas, los positivos, los caramelos, el rato para jugar para los más rápidos y un largo etc; o desde casa sus padres o madres, si apruebas te compro lo que tú quieras, te llevo a la pelu, podrás ver la tele y otro largo etc.

Está claro que aprender a pensar por uno mismo es un trabajo que debe hacerse desde los primeros años de vida, no vale decir “esto de pensar ya lo aprenderás en el cole, educar es objetivo del cole, los profes tienen la obligación de enseñar y enseñar bien por qué si los niños no aprenden es culpa del profe”. Aprendemos desde el mismo instante que nacemos, y pensamos en el mismo instante que tenemos a alguien que nos ayuda hacerlo, y ese alguien deben ser los padres en primera instancia.

Veo muchas veces el miedo que tienen chavales de Primaria incluso de la ESO (que es mucho peor, ya que el miedo se ha enquistado) abrir un libro, porque cuando lo hacen no se enteran de lo que leen, o que les tiene fobias a las mates, o a las lenguas o a leer un libro o a todo. He observado que estando con ellos motivándolos desde el principio, parándome a escucharles en sus miedos, ayudarles a pensar por ellos (sin dárselo masticado), intentando que los conocimientos que van adquiriendo se consoliden (mediante técnicas de estudio) y no queden en otro más olvidado después de un examen, en fomentarles que ellos tienen la capacidad de retener y no solo la capacidad de olvidar, a valorarles como son, es en cuestión de pocos meses como su “autoconcepto como estudiantes cambia, y con eso cambia todo lo relacionado con lo escolar. Ya no vive lo escolar como una imposición sino como un enriquecimiento.

“Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”. Albert Einstein

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